miércoles, 20 de enero de 2016

Hemingway. Cuentos.






Mientras el bombardeo reducía a añicos la trinchera de Fossalta, él se pegaba al suelo y sudaba y rezaba oh, Jesucristo , sácame de aquí. Jesús de mi vida sácame de aquí. Cristo por favor por favor Cristo. Si me salvas de la muerte haré todo lo que digas. Creo en ti y le diré a todo el mundo que eres lo único que importa. Por favor por favor Jesús de mi vida. El bombardeo se desplazó a otro lado del frente. Nos pusimos a trabajar en la trinchera y por la mañana salió el sol y el día era caluroso y bochornoso y alegre y tranquilo. La noche siguiente, de vueta en Mestre, no le habló de Jesús a la chica con que subió a la habitación de la villa Rossa. Ni a ella ni a nadie, nunca.

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